lunes, 2 de agosto de 2010

Hacia lo absurdo...

Escribo en las nubes y nadie responde. El discurso se pierde en la sima de los montes y se ahoga en los ecos del aguacero feroz que arremete contra los cerros. Escribí un discurso en el mar. Se deshizo en la espuma de oro de las playas veraniegas. Una palabra deje colgada de tu oído, y nada respondes…!Me pregunto!, ¿Será tan triste y decepcionante la muerte? ¡Cuanto desamparo hay en el silencio!; de mis palabras perdidas; de las tuyas que no escucho nunca… La fragua del trueno desencadena pirotecnias en el horizonte lejano. Han despertado los saurios. Buscan las termes aladas de mi propio olvido. Me desvanezco para sumarme a la corriente de la nada. Eso no te duele. No le duele a nadie. Ni yo mismo siento el desgaste de mis articulaciones, ni la descomposición de mis miembros. Porque todo busca el inicio, partimos siempre hacia la parte absurda de la vida, y por eso nuestros últimos pensamientos son tonterías emparentadas con los suspiros. ¡Ay! la locura de los moribundos, esa caverna surcada por nocturnas mariposas; inflamadas luciérnagas que -en un solo cuerpo- encarnan fugaces los tres estados del tiempo en que fuimos.

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