jueves, 12 de febrero de 2009

Manifiesto

Busco la antigüedad. Por eso alucino con ruinas e invento lugares precarios a punto de desaparecer. Una casa de siglos frente a un amplio puerto; achaparradas aldeas bajo un cielo nuboso, pesado como el techo de una inmensa caverna; fuertes y abanicos invadidos por un mar furioso y persistente; el viento mordiendo el ladrillo, el agua despellejando insensible el recabado; el frio y el calor fracturando la telúrica tapia… Vivo de las ruinas, y ellas alimentan el fuego infantil de mis ideas Ínfimas. Luego están los nombres que se repiten como en una lista, como carga anotada en un manifiesto. Los buques que llegan y zarpan autómatas. Desde hoy parto hacia un destierro cómodo; uno que me lanzará de nuevo a la aventura siempre cambiante de la nada. De nada esperar, lo tengo todo. Liviano equipaje el del naufrago; en la orilla incierta de la quimera esta mi hogar. De regreso perdí el rumbo, y aluciné con el comienzo de todo; tal y como esperaba. Algo escribí hace un tiempo y no lo recuerdo. Soy yo en la otra orilla esperando mi propio regreso; desterrado por la idea de ser alguien desconocido. Una isla espera mis exequias; ¡será cualquiera!…

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