Liviano...

Tengo la intención de continuar. Deseo ser liviano como una ceniza. ¡Sabes que cazaba cenizas al vuelo cuando mi alma era liviana como el mismo aire! Y un buen día desaparecieron. Creo que se fueron cuando los fuegos dejaron de devorar los campos de cañas. Era una idea de libertad; era la libertad misma buscando un espacio grande donde crecer. Contaba cúmulos en el cielo; inventaba intrépidas batallas aéreas cuando acostado contemplaba por horas el esplendido planeo de las golondrinas. Sí, mi mar es transparente; aun corren en sus aguas ideas; cardúmenes apretados que fugaces descomponen el sol en lo profundo… No temas; ¡no temo ni a la muerte! El fuego tiene para mí una cara conocida; el dolor dijo a mí oído un secreto que guardo intimo como a una reliquia… Todo esta en su justo orden y se administra a su medida. Temo que me perdí de algunas caricias; cansado me encuentro a veces de no reposar mi mano sobre otra; extrañeza experimento cuando débil sueño con un beso o con la sonrisa nocturna del placer consumado…Pero nada me inquieta si te detienes un segundo y lejano llega hasta mi el palpitar rítmico de tu palabra. Has dicho mar; y con ello provocas que intente imposibles; como si animaras con sílabas mecanismos breves que me recuerdan instantes sin tiempo. No tengo un nombre que recuerde más que otro. Pero no temo; solo me alegra el rumor del trueno y el olor de la lluvia nocturna. Quisiera tocarte la cara y sentir que sonríes… Ya ves que mi ser permanece intacto; como las raíces eternas de la tormenta…