miércoles, 13 de febrero de 2008

Barba

Me he dejado crecer la barba. Un grupo de canas plateadas irrumpe entre el negro pelaje anunciando un incipiente envejecimiento. Leves arrugas maduran mi seño, los surcos que empiezan a marcarme dan a mi cara un aire grave, recio y adulto. Por fin desaparece aquella ridícula juventud del rostro que tanto me atormentaba. Siempre lucí como un inexperto; siempre tan joven, tan niño. No entiendo porque todos insisten en llamar la niñez el período más feliz de la existencia. Lo único que añoro de la niñez es la impunidad. Cuando crecemos; cuando nos hacemos adultos, comenzamos a ser penados por cada uno de nuestros actos. Me gusta mi barba, me gusta este mentón artificiosamente aumentado por el pelo. Me divierte pensar en lo que soy, y a la vez me asusta lo que pueda ocurrirme cuando la vejez me marchite al punto de no poder andar, ver, o pensar con claridad. Pienso en la niñez y su impunidad arbitraria y siento nostalgia tardía de ser un bárbaro; y me veo empuñando un remo, pescando en una rocosa playa: con los nervios endurecidos por el elemento más antiguo; el fuego de la acción…

2 comentarios:

Gasolina dijo...

Me encantas!
Rarissimo quedar-me por relatos de hombres hablando de si mismos, cambio de juventud para un lucido e completo entendimiento de la vida.

El fuego de la acción, yo se de que hablas, Amilcar, muchissimo

Besos

Amilcar Garcia dijo...

Se é verdadeiro. As vezes os homens guardam detalhes de sua existência e isso lhe faz mais mau que bem. Em mudança a literatura feita por mulheres abunda nas sensações de sua existência. Me a custado começar a falar de meu mesmo mas vamos caminhando para isso. Levo dois anos no mundo virtual e trato agora de ser mais prático. São muitas as coisas que quero conseguir. Te contarei pouco a pouco. "Gracias" por teus comentários. ¡Até Já!.

Archivo del blog

No Entiendo!