jueves, 10 de enero de 2008

Dormida...

… “Buscando entre sus cosas; libros y revistas de arqueología encontré algunas fotos. Fotos intimas de una chica. Digo intimas por decir privadas. Imágenes cotidianas de extremada ternura. En una -peculiarmente casual- aparece el semblante ausente de la muchacha mientras duerme. Aunque otras la muestran desnuda, es esta tomada durante el sueño la que más sensual e intima me resulta. Mi biografiado es hoy un monje ortodoxo de larga barba, un hombre vestido de hábito negro -enfermo y débil- que vive recluido en un monasterio. Aquellas imágenes tomadas hace ya tanto tiempo me hacen pensar en la discontinuidad de la existencia. En otra foto la chica posa en la playa. ¿Es a caso aquella también una isla? Talvez Córcega o una ínsula griega del mediterráneo…Puedo preguntarle pero no lo haré. Continuaré copiando sus cuadernos y dejaré bien guardadas las fotos que abandonadas resultan un pedazo trunco imposible de insertar en su nuevo universo. ¿Que tiene que ver un monje ortodoxo con una chica durmiendo que desnuda evoca tempestuosas pasiones de juventud? Vuelvo a preguntarme mientras guardo cómplice las fotos ¿Cuánto valor es necesario para desechar la imagen amada que nunca regresará? ¿Es acaso el olvido un acto de valentía o la reacción autómata del cobarde?”...

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