jueves, 10 de abril de 2008

Babel

Para que me guste una ciudad debe parecerse a una prostituta; insinuante, desvergonzada, decidida, pagana y descreída. Debe apelar a la sed de los sentidos; tener para contar una historia triste o lujuriosa. Debería tener un precio unas condiciones predeterminadas que le otorguen un valor. Comprar y vender; timar con sueños y utopías a sus amantes. Igualar las pasiones, estimular el erotismo. Sexo y sensualidad deben recorrerle el cuerpo. Debe ser una mentira sensorial. Hablar el idioma de todos; ser una babel tolerante y permisiva…Siempre ser redimible, salvable, asequible, e infinitamente femenina; fuerte en su voluntad, proclive a la tragedia de la pasión; frívola de corazón…Pienso que toda ciudad -aquella que debe amarse- debe ser una pecadora confesa y una prostituta consumada; una experta de la razón y la existencia; consiente de la brevedad de la carne, la naturaleza de los sentidos y la mutualidad del espíritu humano… ¡Quiero porque deseo!… La ciudad es la “mujer” que deseo, la idea contraria a la matrona intocable y casta; la exaltación de todo sentido sensual…

2 comentarios:

Amilcar Garcia dijo...

Ja, Ja, Ja...o Roma! Saludos!

Antigonum Cajan dijo...

No se que decir, por ahora.
Invitacion:
http://sextosegundosuicida.blogspot.com/
http://goxiangqihogiajedrez.blogspot.com/

Tal vez, siendo asi Nueva York cumpliria los requisitos. O esas ciudades en la Peninsula que nos presentan a cada rato con parques,
playas, montes alucinantes. A mi la lujuria, la bohemia solo me atraen por ratos, por padecer de disfuncion social. Detesto estar en grupos. Mi tolerancia es reducida.
Que solucion usted propondria si tuviera una columna de esas ridiculas de ayuda al projimo, como la absurda, de Esmeralda Portuondo, que por cierto nunca contesta mis simpaticas preguntas.

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