Babel

Hay una crisis en la palabra. El medio crea un lenguaje que nos distancia cada día más. No pensamos igual, solo nos parecemos en nuestras necesidades más básicas. La babel esta vez es de silicón y silicio, y la confusión es ideológica, no lingüística. Pero el caos igual es masivo y frustrante. Llamo y contesta una grabación. Todos quieren dejar claro que –no importa el caso- se mantendrán alejados de las consecuencias del mensaje. Es como si de repente nadie escuchara. Para anular las consecuencias y secuelas de las palabras esta la “Ley” en prevención de la praxis. Nada debe ocurrir; hay que cortar de raíz toda intención de acto alguno. Por eso la acción es sentenciada a muerte estrangulando la palabra. Sometiéndola a todo tipo de distorsión. Primero la cauterización creada por el sinónimo, luego la generalización del evento particular que la esteriliza, y por último la repetición infinita que la mata. Así funciona la comunicación hoy; como un espiral; siempre avanzando hacia si misma, engulléndose interminablemente hasta ser intercadente… ¡Hola! – “Esta llamada puede se grabada”…